lunes, 10 de marzo de 2008

DISONANCIAS COGNITIVAS


El otro día charlaba con una compañera de trabajo sobre un "conflicto" laboral que recientemente ha tenido lugar en la empresa en la que trabajo. El tema en sí no viene al caso, pero la cuestión es que yo le planteaba a mi compañera que la posición que ella mantenía al respecto era un mecanismo que su cabecita había creado para deshacer una "disonancia cognitiva" que el tema le estaba causando. Ella no parecía estar del todo convencida, pero eso tampoco viene al caso.


Después, de alguna manera yo seguía dando vueltas al asunto. Es algo que suelo hacer, seguir mentalmente con muchas de las conversaciones que tengo con la gente, imaginando posibles direcciones que podían haber tomado, lamentando no haber dicho tal o cual cosa, arrepentido de haber dicho tal o cual otra, respondiendo a hipotéticos argumentos que podrían haber aparecido...Estirándolas un poco en mi cabeza, vaya.

En este caso, me dio por pensar en esto de las disonancias cognitivas y lo habituales que son y lo inadvertidas que a veces pasan, o lo claras que se muestran pero la manera tan consciente en que las obviamos.

Por si acaso, aclaro que lo de la disonancia cognitiva es una teoría psicológica que postula que en ocasiones las personas tenemos choques entre posiciones, ideas, creencias...simultáneas pero incompatibles o incoherentes, que nos crean una tensión psíquica que la mente no soporta y por tanto trata de deshacer.
Por ejemplo: Un joven con arraigados valores pacifistas adquiridos en la familia, pero que por circunstancias de la vida se ve obligado a ganarse la vida en el ejército. Eso crea una tensión interna que el joven en cuestión puede deshacer invocando una idea superior nueva: La defensa de la Patria, por ejemplo.
Más simple. Alguien encuentra una cartera con 50 euros dentro. Puede que su sistema moral le aconseje no cogerla o hacerlo y entregarla a la policía, pero la persona en cuestión al final se la queda. Muy probablemente esta persona deshará la tensión entre "bien y mal" diciendo: Bueno, si no lo hago yo lo hará otro.

Si uno se para a pensar, hay infinidad de situaciones cotidianas, o más relevantes y especiales en que se opera este mecanismo en nuestra forma de pensar y actuar. Los niños, por ejemplo, son expertos en este tema. Con la peculiaridad de que los niños no necesitan crear una tercera idea aliviadora de la tensión que sea verosímil. POr ejmplo, un niño que ya tiene muy interiorizada la idea de la gravedad, no se explica que los aviones vuelen, y puede perfectamente deshacer el absurdo que les parece el fenómeno diciendo que es que hay un dragón en el cielo que sopla detrás de los aviones. Los niños se inventan un mundo entero si lo necesitan para deshacer la ansiedad que les crean determindos choques de conceptos. ¿Quién no ha escuchado ingeniosísimas y mágicas invenciones de un niño para explicar un mundo que no entienden, para resolver incertidumbres o contradicciones que les inquietan? Resultan cómicos y entrañables ¿verdad?

Pues bien. Llegué a la conclusión de que no somos los adultos muy distintos a los niños.

Pensé que acaso la disonancia cognitiva más estresante y dramática que amenaza la "psyche" humana es la siguiente: La certeza de nuestra existencia, y la certeza de que dura un suspiro.
Esta tensión nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida, angustiándonos a todos, en mayor o menor medida.
Y entonces pensé: "¿Y cómo deshace nuestra mente esa disonancia?" Y la respuesta que me dí fue la siguiente: Religión.
Es decir, una gran explicación mágica del de dónde venimos, qué hay después y para qué sirve todo esto. A mi juicio, hacemos una cosa muy similar a la que hacen los niños, inventarnos un mundo para relajar la tensión entre Eros y Tanatos, y de paso, explicar las muchas cosas que no alcanzamos a comprender.

Y claro, así como no habrá dos niños que den la misma explicación inventada de por qué los aviones no se caen, de la misma manera no todos los humanos se inventan la misma manera de atenuar la "Gran Tensión". Eso sí, somos un poquito más vagos con la edad, y en vez de crearnos nuestro propio mundo inventado, nos adherimos al que otros se han inventado ya...

Pero al final, eso es la religión. Por tanto, algo casi necesario y que es muy útil, y que en el fondo es fruto de nuestra debilidad, nuestra ignorancia e insignificancia en el universo. Pero a pesar de ser todo eso, no es más que eso.
Quiero decir, que es completamente absurdo que nos peleemos con nuestro vecino porque nuestra "invención mágica" es mucho mejor que la suya, o que haya gente que aprovechándose de nuestra necesidad de deshacer la disonancia cognitiva, imponga maneras de vivir y de pensar a los demás, cosa que además hacen preparando a las personas desde muy prontito, desde niños, puesto que es cuando mejor entran las explicaciones mágicas.
Pero en fin, haciendo gala de lo que realmente somos cuando nos inventamos la religión, niños que no entienden, tomémosla pues como un divertido juego que haga la vida más llevadera. Y cada uno, que juegue como quiera.

5 comentarios:

Mc. Phisto dijo...

¿Es este relato tu propia disonancia cognitiva?

Real Me dijo...

En primer lugar, vaya por delante la expresión más sincera del orgullo
que me produce su presencia en estas páginas, Sr. McPhisto.

A propósito de su pregunta, le diré que en puritica teoría
no somos del todo conscientes de cuándo se está dando este curioso
fenómeno en nuestra mente. Por tanto no soy yo quién debe contestar, sino
usted, ustedes.

Pero además ¿qué sentido tendría hablar de mi insignificante disonancia?
Háblenos usted de cómo se vive con la incoherencia interna de haber vendido su alma
a McDonalds después de lustros de mesiánico rock comprometido. ¿Cómo deshace
su preclara mente esa disonancia?

Mc. Phisto dijo...

¿Disonancia yo, incoherencia interna? Yo no tengo que inventarme ningún relato como el suyo para evitarme conflictos internos.
Sólo soy una evolución corrupta. Vosotros lo querías y eso es lo que tenéis. El rock comprometido os aburría y ahora tenéis una mierda, pero es muy divertida…
“La máscara revela al hombre” Cómprese una, eso es la que debería hacer, o mejor aún, ya le regalo yo unos cuernos rojos que tengo de su talla….

Real Me dijo...

Reconozco que sí, que es usted ahora mucho más atractivo. Ya sabe cuánto le admiro.
En cuanto a máscaras, ya tengo una.
Un día, como por revelación divina, alcancé a comprender el verdadero significado del tema "Even better than the real thing", que tan magistralmente interpreta su antecesor, La Mosca.
Y desde entonces me creé un disfraz yo también. Ahora llevo hasta corbatas, ¿se lo puede usted creer?!

Cuernos ya tengo también. Lo que no estoy seguro es de si son rojos...bueno, imagino que sí. ¿Qué otro color más apropiado para unos cuernos que el de la pasión...?

Anónimo dijo...

Hacía tiempo que no pasaba por aquí (un mes por lo menos) y bueno, no se que me ha gustado más, si el relato de la disonancia cognitiva (del cual tengo algunos reparos en cuanto al término en sí y al hecho de que los niños lo utilicen igual que los adultos, deformación profesional, supongo) o el breve diálogo que habéis tenido en el apartado de comentarios...
en cualquier caso, estoy de acuerdo en dos cosas fundamentalmente. En que la religión es un clavo ardiendo al que algunos se agarran por no poder comprender la realidad y en que la máscara revela al hombre.
Tengo una pregunta:
¿qué pasa con la tensión psiquica en una persona que tiene una disonancia cognitiva pero que no crea una realidad alternativa para liberarla?
Ahí queda eso DELUXE.